Recuerdo que tras ganar España la copa mundial de fútbol, una periodista me pidió que definiera el liderazgo de Vicente del Bosque. La respuesta fue que ejercía un liderazgo tranquilo muy necesario para tener éxito en proyectos bien encarrilados. Cuando me preguntó quien sería su par en el mundo empresarial mi respuesta inmediata fue la de Pablo Isla, entonces consejero delegado de Inditex.
Pero esta denominación es útil no sólo para definir un estilo directivo de éxito, basado en la auténtica y genuina humildad y la capacidad de escuchar a los demás a la hora de tomar decisiones. Este estilo es aplicable a personas y organizaciones, y cuando éstas son dirigidas por profesionales que muestran esa difícil característica, los resultados empresariales son espectaculares. Esta sincronía crea un efecto estereofónico y multiplicador en toda la organización hasta impregnarla.
Zara, enseña más conocida del grupo Inditex, escucha a sus clientes y empleados hasta el punto de ser capaces de en tan sólo dos semanas responder a las necesidades detectadas en los puntos de venta. Da “empowerment” a los encargados de tienda que pueden decidir los modelos, colores y tallas que más se ajustan a su perfil de clientela. Este modelo se basa desde el inicio en el poder de los clientes frente a los de las fábricas, en las que sesudos planificadores de la central determinan la cantidad de unidades que se fabricarán para ser vendidas. Hasta el punto que ha democratizado la moda.
Esta empresa fue fundada por un hombre tranquilo, que tuvo visión, tenacidad, coraje para crear una empresa textil en aquella época, humildad, inteligencia para rodearse de un gran equipo de profesionales, accesibilidad y proximidad. Sabedor que nadie es imprescindible (el éxito nubla la visión de poderosos, nobles y plebeyos), supo diseñar su propio plan de sucesión, asignatura pendiente en casi todas las empresas del mundo. Corporaciones que ni hacen planes efectivos de sucesión del CEO, ni mucho menos son capaces de ceder el puesto de presidente ejecutivo a la siguiente generación, salvo cuando la crisis obliga. De la profesionalidad de su consejo, al que tanto respeto tengo, ya ni hablo. Un consejo dominado por los independientes, adelantado a su tiempo en buen gobierno corporativo.
Ahora, Pablo Isla se ha convertido en el presidente. Sucedió a José María Castellano, más respetado fuera de España que en su tierra y artífice también del éxito de ZARA, como consejero delegado. Parecía labor difícil la alternancia, pero su perfil de líder tranquilo hizo posible la sincronía que tantos réditos empresariales da. Igual que Del Bosque hizo con Luis Aragonés, introdujo un nuevo estilo, pero no cambió todo para luego dejarlo igual. Ni el seleccionador convocó a su querido Raúl, ni Pablo Isla introdujo grandes cambios en los primeros meses.
La acción y los resultados del Grupo Inditex parecen que no se ven afectados por la omnipresente crisis. Hace una semana superaba este grupo en cotización bursátil al Grupo Santander.
¿Sabrán los presidentes y consejeros de las empresas sacar las consecuencias de este estilo? Los más humildes sí. Los soberbios echarán la culpa de su cojera al empedrado.
Por cierto, los anteriores líderes políticos carecían de esta clase de liderazgo tranquilo que hubiese funcionado al estar nuestro país con retos por delante, pero encauzado. Y ahora que la situación por la que atraviesa España precisa de un liderazgo provocador como el de Mourinho, creo que nos encontramos con un Rajoy, que ni es tranquilo ni provocador. Del liderazgo provocador nos ocuparemos el mes que viene. Antes, del tan de moda momento del adiós.
Carlos R. Alemany
Abril 2012